Carlos Cruz-Diez (Caracas, 1923-París, 2019) fue uno de los artistas abstracto-geométricos más significativos de la segunda mitad del siglo XX, conocido sobre todo por sus Fisicromías, aportes imborrables en la historia del arte occidental y ejemplo contemporáneo de las tensiones que opusieron durante siglos a dibujantes y coloristas, en una querella que fue a la vez técnica, estética y filosófica.
Menos conocida es su producción en el campo del diseño gráfico, donde desempeñó un rol importante en el desarrollo de la industria editorial venezolana, contribuyendo a que pasara de ser una empresa de técnicos (tipógrafos, diagramadores e impresores) a otra donde el diseño añadía la sensibilidad formal y cromática del artista plástico al oficio. La rápida expansión económica de Venezuela, empujada por la industria petrolera, exigía de las empresas editoriales venezolanas un saber en materia de comunicación visual del que carecían. En esos años el diseño gráfico no existía como profesión independiente, y los empresarios buscaron la ayuda de los artistas plásticos, entre ellos Carlos Cruz-Diez. Su caso fue similar al de numerosos artistas en América Latina, como los artistas concretos de Brasil y Argentina Hércules Barsotti y Tomás Maldonado, quienes trabajaron simultáneamente como artistas y diseñadores, gráficos o industriales, apoyándose en las aportaciones de técnicos y artistas europeos, especialmente españoles, italianos y alemanes, tras la Segunda Guerra Mundial.
El trabajo de Carlos Cruz-Diez, tanto en el campo del diseño gráfico como en su obra plástica, está caracterizado por una reflexión —a veces obsesiva— sobre lo que denominamos el peso de la forma. Peso a la vez semántico y estructural, positivo y negativo, liberador y opresivo. Como diseñador, la búsqueda de soluciones sencillas y eficaces se basaba en la coexistencia ordenada y simbiótica de la forma, del color y del contenido; en cambio, en su obra plástica parecía que la forma solo estuviera allí para delimitar un área de interacción cromática que no coartara la naturaleza lumínica e inmaterial del color.
Un amplio trabajo de estudio e introspección llevó a Cruz-Diez a comprender que, en el arte de su tiempo, el color esperaba aún una solución que pusiera en evidencia su naturaleza mutante y lumínica. Los lenguajes que pone en juego para lograrlo, esencialmente la yuxtaposición y superposición de tramas coloreadas, provenían directamente de la imprenta, donde la reproducción de una imagen a color se consigue también por la superposición de cuatro tramas de color con ángulos distintos de inclinación: una amarilla, una magenta, una azul y otra negra.
Esta muestra expone parte de la producción de Carlos Cruz-Diez en el campo del diseño gráfico entre 1930 y 2015 que, esencialmente, desarrolla en tres formatos: diseño editorial, afiches y catálogos de exposiciones.